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Thursday, March 17, 2011

Intelectuales, solidaridad y canibalismo

Un grupo titulado Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad ha publicado esta semana una carta sobre la crisis en Libia. (Pueden ver la carta, y la lista de los firmantes, pulsando aquí.)El texto tiene sólo 253 palabras. Repudian cualquier intervención extranjera porque, dicen, "la delicada situación interna que hoy vive el pueblo de Libia debe ser resuelta de forma pacífica, en el estricto respeto a su autodeterminación, sin injerencia extranjera y garantizando la integridad de su territorio". Por supuesto que eso es lo que quieren todas las personas de bien. Perfecto.


Sin embargo, ni una sola de esas 253 expresa crítica alguna a Muammar el Gadafi. A los defensores de la humanidad no les parece criticable el hecho de que Gadafi haya enviado aviones de guerra a bombardear a su pueblo hace no más una semana. No les parece que las miles personas que podrían haber muerto en las últimas dos semanas sean merecedoras ni siquiera de una palabra de condena a Gadafi. Será que son de los que piensan que los amigos están para ayudarse... sobre todo en momentos difíciles.

En ese sentido, el mismo Gadafi ha sido siempre un modelo. Como se sabe, entre los amigos que Gadafi apoyó, financió y protegió mientras pudo, hay al menos cinco genocidas (Idi Amin, Jean-Bédel Bokassa, Omar al-Beshir, Mengistu Haile Mariam y Slobodan Milošević) y dos que, además de genocidas y cleptómanos, fueron supuestamente caníbales (Idi Amin y Bokassa). Gadafi nunca le dio la espalda a esos caballeros por asesinar, robar o comer carne humana. Y ninguna de esas relaciones peligrosas les quita el sueño tampoco hoy a los intelectuales defensores de la humanidad. Ellos son amigos de Gadafi, en las buenas y en las malas.

Jean-Bédel Bokassa
Estos intelectuales son de los que se indignan si alguien menciona ante ellos el nombre de Pinochet. Y hacen bien: Pinochet fue un dictador que asesinó o "desapareció" a 3197 personas. Pero esos mismos intelectuales apoyan a Gadafi, un dictador que ha asesinado o desaparecido más personas en el último mes, que Pinochet en sus diecisiete años de dictadura. Y Gadafi lleva 41 años asesinando...

Esos intelectuales se indignan si alguien menciona ante ellos el nombre de Somoza. Y hacen bien: los Somoza instauraron una dictadura dinástica y se robaron la mayor parte de la escasa riqueza de su país. Pero esos mismos intelectuales apoyan a Gadafi, que junto con sus hijos ha robado mil veces más que lo que los Somoza soñaron jamás afanarle a Nicaragua. Como se sabe, los hijos de Gadafi, que comandan mafias personales que se baten a veces en Trípoli por el derecho de extorsionar a las compañías extranjeras, tienen entre sus aficiones hacer fiestas donde les pagan millones de dólares a los artistas de moda de Estados Unidos para que canten para ellos y sus amigos. A los intelectuales defensores de la humanidad les preocupa que las transnacionales puedan robarse el petróleo libio. Pero no les molesta para nada que Gadafi, sus hijos y sus matones, se lo estén robando desde hace más de tres décadas.

Idi Amin Dada
Esos intelectuales se indignan, si alguien menciona ante ellos el nombre de Posada Carriles. Y hacen bien: Posada Carriles fue el autor intelectual del atentado terrorista contra el vuelo 455 de Cubana de Aviación en 1976 en el que murieron 73 personas inocentes. ¿Cómo no indignarse ante semejante crimen? Pero esos mismos intelectuales apoyan a Gadafi, que fue el autor intelectual y quien financió el atentado terrorista contra el vuelo 103 de PanAm en 1988, en el que murieron 270 personas. ¿Será que los gritos desesperados de los niños que caían a la muerte en Inglaterra les parecerán menos terribles que los de los jóvenes esgrimistas cubanos muertos en Barbados? ¿Cómo pueden repudiar a Posada Carriles por su horrendo crimen y al mismo tiempo apoyar a Gadafi, que cometió un crimen igualmente horrendo?

Los intelectuales que firman la carta de marras están en su todo su derecho de expresar su apoyo al tirano, genocida y terrorista Muammar el Gadafi. Pero el sentido común —y un mínimo de decencia— les debería indicar que ahora sus condenas —con ese aire de superioridad moral que exhiben— a los que defienden o se niegan a denunciar los crímenes de Pinochet, Somoza o Posada Carriles, sonarán terriblemente vacías; porque ellos acaban de dar públicamente un espaldarazo a un psicópata tan asesino y torturador como Pinochet, tan ladrón y criminal como Somoza, y tan terrorista y despreciable como Posada Carriles.

¿Cambiarían acaso de opinión estos defensores de la humanidad —me pregunto— si se descubriera mañana que Muammar el Gadafi era también caníbal, como sus amigos Idi Amin y Bokassa? ¿O será que la 'solidaridad' de estos intelectuales no tiene ningún límite?

1 comment:

  1. muerto ,bien muerto ese perro vividor de los royalties extranjeros ,ya van quedando pocos,deberian de exterminar a todas las generaciones de esas lacras.

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