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Wednesday, April 25, 2012

Lenin, Dios & rock 'n roll

Este domingo, 22 de abril, en el 142 aniversario del nacimiento de Lenin, tuvo lugar en Moscú la manifestación más concurrida de la "Era Putin". Se dice que participaron 65,000 personas. Sin embargo, esa multitud no se reunió a celebrar el cumpleaños del inventor de la pesadilla del proletariado. (Su momia sigue siendo pasto de las polillas en ese mausoleo con diseño de caja de chocolates que le hicieron sus secuaces en la Plaza Roja, pero el buen señor, tan aficionado en vida a construir campos de concentración y a coleccionar Rolls Royces, ya no despierta las pasiones de antes, ni a favor ni en contra.)
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Su Santidad Cirilo I, Patriarca de Moscú, junto a otros dignatarios de la Iglesia Ortodoxa, en la manifestación en Moscú el 22 de abril de 2012

La manifestación no fue convocada por ningún comunista nostálgico, sino por Su Santidad Cirilo I, Santísimo Patriarca de Moscú y de Todas las Rusias, el líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El Santísimo Patriarca había organizado una jornada de oración nacional por la Iglesia Ortodoxa porque —afirmó— "estamos siendo atacados por nuestros perseguidores". ¿Quiénes eras esos perseguidores a los que se refería el Patriarca y cuál había sido el ataque?

El 21 de febrero pasado, las chicas que forman el grupo de punk-rock Pussy Riot* realizaron una protesta blasfema en la Catedral de Cristo el Redentor de Moscú. En medio de una misa, comenzaron a bailar y cantar
 una canción titulada "Plegaria Punk". Lo hicieron —afirman ellas— como protesta por la creciente colaboración de la Iglesia Ortodoxa Rusa con el régimen de Vladimir Putin, a quien critican en la canción. Las muchachas fueron detenidas, continúan en prisión y, según reportes de prensa, podrían ser condenadas a siete años de cárcel por vandalismo.



Me parece necesario recordar un par de detalles. La Catedral de Cristo el Redentor fue construida en el siglo XIX para celebrar la retirada de Napoleón acosado por el frío y los cosacos. Es un monumento a la supervivencia de Rusia como nación y de Moscú como "la tercera Roma". El 5 de diciembre de 1931, por órdenes de Stalin, la catedral fue dinamitada. Tomó un año limpiar los escombros de lo que antes fuera un edificio espectacular, inspirado en la Hagia Sofía de Constantinopla. Stalin planificaba construir en su lugar 
Palacio de los Sóviets, un sueño idiota de su egolatría que la ineptitud connatural al comunismo le impidió realizar. Finalmente, su cómplice y sucesor, Nikita Khrushchev, hizo una piscina en el lugar. (Nikita no sabía nadar, dato que Mao usaría en su momento para humillarlo, pero esa es otra historia.) Tras la caída del comunismo, los rusos reconstruyeron piedra a piedra su catedral. El nuevo templo fue consagrado el 19 de agosto de 2000, Fiesta de la Transfiguración y noveno aniversario del golpe de estado contra Gorbachev, que llevó a la disolución de la Unión Soviética.

Foto: REUTERS/Sergei Karpukhindd
Desde joven supe la historia de la Catedral de Cristo el Redentor. Recuerdo la felicidad que sentí el día que leí en The New York Times que los rusos la estaban reconstruyendo. Todas las profanaciones me son repugnantes, especialmente si se trata de un templo que parece una metáfora de los embates del mal y el triunfo de la esperanza en el siglo XX.

Ahora bien, cabría preguntarse, ¿es ese acto irreverente y ofensivo de las Pussy Riot la profanación original o es en cambio una reacción contra otras profanaciones no menos malignas, aunque menos estridentes
? ¿Es ese acto lo que hace peligrar el alma de la Iglesia Ortodoxa hoy? ¿En bien de quién redunda la alianza del Patriarca Cirilo I con el régimen de Putin que ellas denuncian?

¿De veras cree Su Santidad Cirilo I que la Iglesia Ortodoxa está "bajo el ataque de sus perseguidores" por lo que hicieron las Pussy Riot? ¿Y cuándo —se preguntaría cualquiera—, habrá adquirido ese celo para denunciar a sus perseguidores Su Santidad? Porque en tiempos del comunismo —esa orgía de profanaciones y persecuciones que duró 74 años—, el Patriarca fue de los que optó por la prudencia y el silencio. De hecho, en 
1971, fue nombrado representante del Patriarcado de Moscú ante el Consejo Mundial de Iglesias, un cargo que en la era Brezhnev requería gozar de la camaderil confianza del KGB.

De la historia reciente de la Iglesia Ortodoxa Rusa se pueden sacar muchas lecciones perversas. La primera es que los que ayer no se atrevieron a reclamar la libertad propia hoy tiene el derecho de limitar la ajena. La segunda es que una iglesia que se plegó ayer al poder totalitario que la perseguía, se puede aliar al poder autoritario que la corteja hoy para recibir prebendas y no tener que tolerar a los que considere incómodos, desde blasfemas chicas punk y adversarios políticos, hasta sacerdotes católicos y ministros protestantes. Y muchos podrían llegar a la conclusión de que si los comunistas de ayer —los que profanaron, robaron y destruyeron miles de iglesias y causaron millones de muertes—, son los que siguen en el poder hasta ahora y los que reparten los privilegios, ¿qué sentido hubiese tenido oponérseles antes? Es como si la mancha de la infamia se pudiera borrar de la foto con Photoshop como el reloj Breguet de $30,000 que Cirilo I usa en su muñeca. Pero el Patriarca sabe por experiencia propia que siempre queda algún rastro —y todos deberíamos saberlo también.  

*Dejo el nombre del grupo en inglés por dos razones: en primer lugar, porque así es como aparece en la versión rusa de Wikipedia; y en segundo lugar, porque no creo que mis escasas dotes de traductor me permitan traducir "Pussy Riot" al castellano haciendo justicia a su esplendor poético.     
 

2 comments:

  1. Y que en todas partes cuecen habas, mira lo que anda haciendo Ortega y Alamino..

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  2. Pero esa es la idea. Me imagino que por eso el artículo de Tersites.

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