En la primavera de 1995, recién llegado a Estados Unidos, Ernesto Tamayo vino a pasar una semana a nuestro apartamento en New York. Tenía 23 años y era ya un guitarrista de fama y estaba tratando de conseguir una beca en el Peabody Conservatory para estudiar con Manuel Barrueco. Yo no conocía a Ernesto, pero el mundo es pequeño: doce años antes, él y Madelca Suárez, quien más tarde se pondría mi apellido, habían comenzado a estudiar el nivel elemental de guitarra en la Escuela Nacional de Arte de Cuba.
En 1995 yo daba clases de español en el Berlitz de Broadway y Wall Street y mi mejor alumno —y muy pronto amigo— era David Hurwitz, el conocido crítico musical que anima desde hace diez años "el único diario de música clásica del mundo", Classics Today. Le hablé a David de Ernesto e inmediatamente me propuso que lo llevara a su casa. Por esa época Ernesto no hablaba inglés ni David español, de modo que entre un estudio de Leo Brouwer y un preludio de Tárrega, hice de intérprete en aquella conversación de sordos de oído exquisito. Ernesto le preguntaba a David si podía ayudarlo a dar un concierto en el Carnegie Hall mientras que David, haciendo gala de su humor demoníaco, le explicaba que la guitarra no es un instrumento de concierto.
Para demostrar su tesis, cuando Ernesto terminó de tocar su transcripción para guitarra del Andante de la Sonata en mi menor para flauta y bajo continuo de Bach, David le puso la misma pieza en la versión de Jean-Claude Gérard acompañado de piano y fagot. Tras la última nota, y dando por concluido el debate, David anunció que nos invitaba a almorzar a un restaurante tailandés excelente del que mi alumno sibarita era cliente habitual.
Llegamos al restaurante de alfombras rojas y dragones dorados y el camarero trajo el menú. Para Ernesto el inglés y el tailandés eran igualmente ignotos en aquella época. Y el restaurante no era uno de esos sitios baratos donde ponen fotos de los platos en la carta. David me pidió que le preguntara a Ernesto qué quería comer y así lo hice. Entonces Ernesto Tamayo, con su voz de profeta villaclareño, anunció su apetito: "Yo quiero arroz, frijoles negros y un bistec con papas fritas". Me volteé hacia David y le dije en inglés: "Ernesto dice que pidas tú por él, pues tú sabes bien cuál es el mejor plato de la casa". Luego le dije a Ernesto que el bistec con papas fritas tailandés no era exactamente igual al cubano. Y el almuerzo resultó delicioso.
Ernesto aprendió muy rápido el inglés en sus primeros meses en EE.UU., recibió una beca y se fue a estudiar con Manuel Barrueco al Peabody Conservatory y dio su concierto en el Carnegie Hall unos años más tarde. Ha tenido una excelente carrera, ha recorrido el mundo con su guitarra, ha grabados seis discos exquisitos y en sus ratos libres aprendió a pilotar aviones (hasta que un susto icárico lo hizo olvidar su sueño de ser Charles Lindbergh) y a descifrar por fin los secretos de la comida tailandesa. La constante de su vida es, sin embargo, su amor por la guitarra. Un amor tan ardiente que a veces hace imposible hablar con él de cualquier cosa que no sea esa amante de cuerdas y madera pulida que abraza ocho horas cada día sin descanso.
Y es esa vida útil y casi monástica la que ha quedado en suspenso durante los últimos dos meses. El Concurso y Festival Internacional de Guitarra de Lancaster, que Ernesto Tamayo fundó, ha sido suspendido este año. En su lugar se va a celebrar en su honor el Festival de Guitarra de Lancaster, que comenzará con un concierto el 23 de marzo en el Ware Center, Millersville University, 42 N. Prince St., Lancaster, Pennsylvania. Para ver toda la información del festival-homenaje a Ernesto Tamayo pueden pulsar aquí.
Ernesto ha sido operado y en este momento se encuentra recibiendo terapia. Sus amigos han creado un fondo para ayudarlo a lidiar con los gastos médicos. Los que deseen visitar el sitio y brindarle su apoyo, pueden pulsar aquí.
[Video: Ernesto Tamayo estrena una de sus guitarras.]
Mucha suerte para él, excelente post
ReplyDeleteBonita muestra de amistad. Ojalá que supere esta jugarreta de la vida y pueda seguir adelante con su pasión. Saludos.
ReplyDeleteEstimado Miguel:
DeleteMuchas gracias por sus repetidas visitas, sus lecturas, sus atinados comentarios, su apoyo. Y gracias por su gesto de generosidad hacia Ernesto Tamayo, que me ha conmovido. ¿Podría escribirme a TersitesDomilo@gmail.com o buscarme en Facebook como "Tersites Domilo"? Un abazo,
Tersites
Mis mejores deseos para tu amigo. Delicioso tu post y admirables tus esfuerzos por ayudar.
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