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A una semana de dejar el cargo, de un plumazo —como es su costumbre— el presidente Obama acaba de construirle a los cubanos el muro que tanto escándalo produjo cuando Trump se lo prometió a los mexicanos. Muchos se escandalizaron y denunciaron a Trump por racista, troglodita e inhumano cuando comenzó a amenazar con construir su muro. Es curioso que ahora algunos de ellos “entiendan” la decisión de Obama, que convierte el Estrecho de la Florida en el muro más ancho del mundo.
Olvidemos por un momento la historia de la Ley de Ajuste Cubano. Olvidemos “detalles” como el hecho de que en Cuba hace 60 año existe una autocracia en la que el mandante siempre tiene el mismo apellido. Olvidemos que esa autocracia tuvo armas nucleares en su territorio y que su líder rogó a la Unión Soviética que las usara para un ataque nuclear “preventivo” contra Estados Unidos que diera inicio a la Tercera Guerra Mundial.
Vayamos al caso que nos ocupa armados de amnesia. Consideremos que Cuba es un país igual que cualquier otro —México, por ejemplo. Consideremos entonces las razones que se dan para la decisión de enviar de vuelta a la Isla a cualquier balsero que sea sorprendido en los Estados Unidos sin visa.
1. Dice Obama —y el gobierno cubano y quienes apoyan a alguno de los dos— que los cubanos gozaban hasta ayer de un privilegio inmerecido: poder quedarse en Estados Unidos sólo por el hecho de llegar. “Que sean como todos los demás”, dicen. Es la misma lógica en la que se basa Donald Trump para construir su muro. ¿Por qué los mexicanos, por hecho de tener la frontera, deben ser privilegiados y venir a Estados Unidos cuando les dé la gana y, luego de unos años, poder recibir estatus legal?, dirá Trump. ¿No es eso una injusticia con los indonesios, por ejemplo? Pues que todos sean indonesios: así todos seremos iguales. Sólo así se hace justicia.
2. Dice Obama —y el gobierno cubano y quienes apoyan a alguno de los dos— que la emigración entre Cuba y Estados Unidos debe hacerse de forma ordenada y legal, respetando a pie juntillas las leyes de ambos países; que no puede permitirse ese relajo de que cualquier cubano entre a Estados Unidos cuando le dé la gana, caray. Es exactamente la misma lógica que usa Donald Trump —y los que votaron por él— para proponer que se haga un muro en la frontera con México y se deporte a los indocumentados.
3. Dice Obama —y el gobierno cubano y quienes apoyan a alguno de los dos— que permitir a los cubanos que se queden tras cruzar el Estrecho de la Florida en una balsa es una manera de asesinarlos, pues muchos mueren en la travesía. Y el estado de cosas vigente hasta ayer alentaba el tráfico humano y miles de actos ilegales o riesgosos. Lo mismo —exactamente lo mismo—, podría decir Trump para justificar su muro: también en los desiertos de la frontera mueren muchos indocumentados y miles de coyotes se aprovechan de la desesperación de los posibles inmigrantes ilegales. Hacer el muro y deportar a todos los indocumentados —podría decir Donald Trump si quisiera— evitaría todas esas muertes y esas ilegalidades.
La única diferencia entre ambas posiciones es que Trump ha propuesto sus medidas antes de ser presidente, para que los votantes pudieran decidir si estaban de acuerdo o no con su plan antes de votar por él. Obama ha hecho lo mismo, pero de una manera que huele a traición y cobardía: de un plumazo, una semana antes de salir de la Casa Blanca. (Trump dice ahora que se propone deportar “sólo” 2 o 3 millones de indocumentados: exactamente los mismos que deportó Obama.)
Dirá alguno que hay razones políticas y legales para defender el plumazo de Obama. Efectivamente, son las mismas que se usan para justificar el muro y las deportaciones de Trump. Lo que parece absolutamente irrazonable y mendaz es decir que Trump es inhumano y racista cuando quiere ponerle muros a los mexicanos y luego defender a Obama cuando de un plumazo le levanta el muro a los cubanos.