Anteayer la artista serbia (¿O decimos yugoslava?) Marina Abramovic ha completado sus 700 horas sentada en una silla en el MoMA. Esas 700 horas quieta en las sentaderas eran el performance central de su restrospectiva "The Artist is Present", la mayor exposición personal de un artista del performance jamás expuesta en el MoMA.
Ha sido un éxito rotundo. Nuestra belle du jour ha tenido una cola constante de admiradores y buscadores de la verdad que han esperado pacientemente para sentarse frente a ella por unos minutos o por horas, para mirarla fijamente a los ojos, retina a retina. Por allí pasaron, según The New York Times, Lou Reed, Bjork, Marisa Tomei e Isabella Rossellini a hacerle guiños a Marina. Lo mismo hicieron varios miles de seres anónimos pero igualmente devotos.
El resto de la exposición era una colección de videos, fotos y artefactos de su carrera como artista del performace, más una serie de recreaciones de sus performances anteriores con actores contratados y entrenados para la ocasión. La exposición me pareció interesante —fui tres veces a verla— pero básicamente una farsa. Veamos...
1. Cuando los dadaístas comenzaron a hacer performances —que aún no tenían ese nombre— en el Cabaret Voltaire en febrero de 1916, la mayor parte de la crítica, y casi todas las buenas almas, dijo que se trataba de una locura o una payasada. El éxito de público y crítica de Marina (y de otros artistas de su misma "onda") podrían hacernos pensar que "la gente ahora sí le mete al arte moderno". Nada de eso, Juana. La gente sigue sin "entender" el asunto. Lo que pasa es que ya no es cool decir que una obra de arte es una basura o es inentigible. Eso es lo que la gente aprendió, desgraciadamente: a ser cool. La gente ve a Marina (u otra jevita en su lugar) encueruza y acostada sobre un bloque de hielo, a Marina (u otra jevita en su lugar) en cueros dándose cuero como monjita en Cuaresma, o a Marina (u otra jevita en su lugar) en pelotas sobre un asiento de bicicleta a dos metros de altura con las piernas y los brazos abiertos, y todo el mundo sale encantado. "Oye, esta niña, ¿pero tú viste que cositas más originales hace la señora esa?", le dicen al otro día a su colega de la oficina. Y su colega responde: "Y le encanta la encuaradera, ¿viste?"
2. Borges decía que después del éxito de las vanguardias nadie se atrevía a criticar el arte moderno por temor a hacer el ridículo cincuenta años más tarde. (¿La gente creerá que no se va a morir o tiene vergüenza ultratumba?) Esto nos ha llevado a tragarnos un montón de bazofia. Me hubiese encantado preguntarle a cualquiera de los admiradores de Marina cuál era la diferencia entre su obra y la de un farsante desvergozado. Y que me dijera de paso a qué artista conceptual o de performance consideran un farsante. Porque, no todo el mundo puede ser bueno, ¿verdad? Pero ya nadie se atreve a criticar a nadie... menos en el MoMA.
Ezra Pound afirmó que la literatura del siglo XIX era puro cliché. Lo mismo podría decirse de las artes plásticas de los últimos noventa años. Después de Dada, el ciclo febril de rupturas que comenzó —o que me gusta pensar que comenzó— con el Salon des Refusés en 1863, no tenía adónde ir. En ese sentido, el arte occidental —el arte que muestra cierta progresión— termina cuando Marcel Duchamp firma "R. Mutt" en el urinario y lo manda a una exposición en 1917. Lo demás ha sido vanidad y atrapar vientos, camaradas.
Y con eso no quiero decir que lo demás no fuera (a veces) interesante, sorprendente, conmovedor. Lo que digo es que la pretensión de novedad, supuestamente esencial en ese arte, era falsa.
3. La recreación de los performances anteriores desdice el carácter efímero que los mismos se atribuyen. Viendo sus recreaciones, uno recuerda esos documentales donde John Lennon o John Kennedy no se parecen a ellos mismos porque no son ellos mismos, sino unos actores que vagamente recuerdan esos rostros demasiados familiares. El mismo aire de falsedad rodea las recreaciones de los performances de la Sra. Abramovic.
4. El cuerpo humano desnudo es un medio eficaz para expresar erotismo, indefensión o sufrimiento. Marina Abramovic intenta repetidamente convertirlo en motivo de nuestra indeferencia. Me parece una profanación de la desnudez.
5. El remedo de crucifixión, la flagelación de Marina desnuda y otros performances que uno puede ver en la exposición tratan de analizar y desnudar el papel de los ritos en nuestra vida. Sin embargo, ver a toda esa multitud que observa reverente la propuesta de la artista sin entender absolutamente nada, lo hace a uno pensar en el rito moderno y vacío de asistir a una exposición de arte como una obligación cultural. El único rito que Marina desnuda al quitarse la ropa es el del artista que vende y el público que compra un producto esencialmente falso: el arte contemporáneo.
6. Marina Abramovic, sentanda en absoluto silencio durante 700 horas delante de una fila de admiradores que esperan pacientemente a sentarse frente a ella para mirarla a los ojos durante un buen rato sólo me evoca los viernes de Cuaresma en que los católicos hacemos filas para confesar nuestros pecados antes de resucitar. Pero Marina, silenciosa, no absuelve a nadie.
7. Marcel Duchamp, que con un gesto hizo abosoleta la "pintura retiniana", se reiría de buena gana al ver este infinito diálogo de retinas que Marina pretende establecer con su público. En el Cabaret Voltaire, hace 94 años, se intentó reconciliar el arte con el pueblo. Ése, y otros numerosos experimentos mucho menos originales, nos dicen que se trata de una tarea imposible. Dudo mucho que Marina Abramovic no lo sepa. Y es por eso que, de cierto modo, me parece una farsante.
8. Dicho lo anterior, habría que decir de ella, como se dijo antes de Holly Golightly, que "she is a real phony", una impostora absolutamente honesta en su mentira. Y una mujer inquietante, y con unos senos hermosísimos además —al menos antes de que se los rellenara de silicona. Quizás fui tres veces por eso, para ver las bellas tetas de Marina Abramovic. Ese podría ser un rito con verdadero significado.
Fotos de Tersites Domilo excepto la de la pieza "Fountain" y la de Marina Abramovic con kepi.
1.Una docena de buenas fotos.
ReplyDelete2.Tres visitas al MoMA.
3.Apreciacion de la anatomia femenina.
4.Un buen post.
Creo que la Abramovic te dejo un buen saldo amigo.
Te encuentro absolutamente toda la razón, nosotros en el ISA le llamábamos "la metatranca" a ese intento de sofisticación que presupone teorizar sobre algo que es absolutamente vacio y carente de originalidad o contenido. Sé que Duchamp (y dada) nos dejó la vara muy alta porque desplazó las funciones del Arte a un terreno absolutamente nuevo de insospechadas connotaciones, pero creo que nunca sospechó la cantidad de payasos que tratarían de imitar su grandioso gesto. Pocos han ido los performances que he presenciado, sé de algunas cosas que se hicieron en la Habana, muy buenas y cargadas de sentido en su contexto, sin dudas muchos otros en todo el mundo y en la historia reciente del Arte. Pero lo que si puedo afirmar es que siempre sospeché de los teoremas y las operaciones de cálculo (como la crítica o la estética)que intentan dar cuerpo científico a algo tan intangible e indefinido como el Arte.
ReplyDeleteDe todas maneras creo que no hay que perder la fe en el poder de seducción que ejerce el Arte sobre todos nosotros, esto es indudable si no cómo explicas la cola en el MOMA para presenciar algo tan trivial y absurdo.
HOla, estan equivocados, si creen que el arte tiene que ver con lo novedoso,los invito a instruirse mejor. Para que les quede más claro: el arte tiene que ver con lo obvio, y no es más que el espejo en el que se refleja la sociedad, que si no fuera por eso no se vería desde afuera. saludos.
ReplyDeleteAnónimo, ven acá, ¿en qué escuela estudiaste tú, mijo(a)? Tu tesis lejanamente se podría equiparar al enfoque sociológico de la historia del arte. Por cierto, uno que no goza del favor de los expertos en el mundillo del arte hoy en día.
ReplyDeleteEn cambio, los especialistas en estudios culturales y generalmente los amantes del marxismo preconizan la utilización de ese método prefiriendo ese tipo de lecturas (léase análisis).
No me mandes a Tersites para la escuelita que él hizo su tarea hace rato. El lleva mucha razón: la mayor parte de las veces el arte actual es un bodrio. La gente no lo dice por esnobismo, por temor a hacer el ridículo. De eso trata todo este texto.
Por otra parte, en la crítica de arte uno hace gala de un criterio subjetivo basándose en algunas nociones teóricas, por lo que nadie tiene toda la verdad. Así que no te tomes tan en serio lo que el autor escribe porque estoy segura que ni él mismo lo hace ;-)
Esto te lo dice alguien que por leer se ha leido hasta el Hauser, fósil que hoy solo es canon en Artes y Letras, allá en La Habana. No sé por qué adivino que esa es tu referencia para hacer esos planteamientos de forma tan categórica.
Ahora que lo vuelvo a leer, tu comentario me ha hecho recordar al ingenuo David de la primera parte de Fresa y Chocolate.
Si no eres capaz de leer entre líneas y de entender el humor del autor de este post, por favor, inscríbete a un cursillo de base sobre arte. O lee por Internet, que textos de metatranca y cosas más digeribles son los que sobran en la red.
Bonne chance!
El articulo esta mil veces mejor que las tetas de Marina!
ReplyDeletetu madre
ReplyDeletela verdad es que llega al interior de mucha gente... si eso no es arte, tal vez deberian hacer un cursillo aquellos que tanto lo recomiendan, te puede gustar o no, pero llamarla farsante es vergonzoso
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