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Monday, January 2, 2012

Hitler reza arrodillado: Todas las visiones de Maurizio Cattelan

[Tomé una serie de fotos en la exposición que he puesto en una página aparte de este blog. Para visitarla, pulse aquí.]

El martes 27 de diciembre fuimos —no es plural mayestático: fue toda la familia— a ver la exposición "All" de Maurizio Cattelan en el Museo Guggenheim de New York, el famoso edificio diseñado por Frank Lloyd Wright. Llegamos a las tres de la tarde, bajo la lluvia. La cola para entrar al museo daba la vuelta por la esquina de la calle 87. En la media hora de espera bajo la lluvia (mientras mis hijos esperaban a la entrada y MD llegaba desde su trabajo) me dio tiempo a pensar en Maurizio Cattelan, en sus payasadas o genialidades (depende de a quién se le pregunte) y en la gente que llena los museos de esta ciudad. ¿Qué hacíamos todos allí bajo la lluvia? Cuando hablamos de "las visiones" de Cattelan, uno recuerda los dos significados de la palabra visiones:  "creaciones de la imaginación" y "ridiculeces". ¿De qué se trataba el asunto? Pensé que dentro del museo estaría la respuesta.


Si bien la obra de Cattelan se presta a debate, sería difícil poner en duda el talento que hay detrás del montaje esta exposición. La famosa rotonda del Guggenheim, esa catedral minimalista que se vende en las postales y forma parte del canon arquitectónico del siglo XX, en estos días ha sido despojada de su hierático vacío y convertida en un tendedero caótico de bufonadas, blasfemias y provocaciones en forma de esculturas hiperrealistas, animales disecados, un papa aplastado por un meteorito, una mujer salida de una escena del Marqués de Sade, Hitler rezando sus oraciones de rodillas como un niño bueno, un muñecón con la jeta, la calva y la camiseta de Picasso...




Pero para sorpresa mía —y me imagino que de casi todos los vistantes— el caos funciona: la rotonda se rinde ante la provocación y parece haber sido diseñada —Wright me perdone— para albergar el circo de Cattelan. 


Sería difícil explicar qué aporta a estas alturas un señor que reedita, como si fuera un remake de Hollywood, lo que tan bien supo hacer hace casi un siglo Marcel Duchamp. Después de visitar el Guggenheim, al menos debo decir que si alguien pudiera convencerme de la utilidad de semejante truco, sería Maurizio Cattelan.

Marcel Duchamp soñaba con erradicar la pintura 'retiniana' y hacer que el arte tuviera una función, como en las catedrales del medioevo, donde los vitrales y los cuadros de las paredes explicaban a los analfabetos la historia del misterio que se guarda en el sagrario. En la catedral gótica los cuadros y vitrales de las paredes estaban concebidos para hacer que el creyente elevara sus ojos al cielo. En la catedral del Guggenheim las paredes ahora están vacías, y cuando se mira hacia arriba se ve solo un caos de sugerencias que difícilmente podrán contar una historia o revelar algún misterio (en el cual los espectadores, de todas formas, han dejado de creer). Quizás eso sea todo lo que quede del sueño de Duchamp, y de esa manera de ver el mundo que alguna vez ilustraron los vitrales. Visto así, aceptar a Cattelan como heredero de Duchamp es, de muchos modos, una forma de la resignación.

En la primavera de 2010 los vecinos de esta villa tuvimos el circo de Marina Abramović (una restrospectiva titulada The Artist Is Presentinstalado en el MoMA casi dos meses. En este blog comenté mi fruición y reservas en un post titulado Las bellas tetas de Marina Abramović. La restrospectiva de Catellan, en su éxito de público y su exquisita ejecución, recuerda la de Abramović, y no sólo por la escultura de la muchacha que ilustra este post. 

Es de agradecer ese talento para atraer a la gente, para lograr que hagan cola debajo de la lluvia para entrar a ver el retablo de los milagros. La popularidad de ciertas exposiciones pone en guardia a mucha gente. La incomprensión y el rechazo fueron durante un tiempo considerados pruebas de calidad artística. Hoy todo, todo, puede ser mirado como una maniobra de promoción y mercadeo. En inglés les dicen "shows", como si se tratara de un programa de TV o un espectáculo de variedades. Y este show está muy bien montado. De hecho, es la exposición pictórica mejor montada que he visto en mi vida. Y eso es todo lo que se le debería pedir a los señores del museo. El resto dependerá de lo que cada cual vaya a buscar allí.

[Tomé una serie de fotos en la exposición que he puesto en una página aparte de este blog. Para visitarla, pulse aquí.] 

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