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Saturday, April 7, 2012

Cristo muere crucificado en Washington Heights

Ayer, en la tarde del Viernes Santo, fuimos con los pequeños a desandar el Via Crucis en las calles de Washington Heights. La crucifixión de Jesús, nos asegura San Pablo, fue "escándalo para los griegos", que era la gente bien pensante de su tiempo. Y a ver el escándalo salimos. 


Foto: Tersites Domilo

En una esquina donde la única pasión que se adivinaba era la de cuatro quisquellanos por el dominó, una señora dijo a sus acompañantes: "No se deberían demorar tanto, los disfrazados andan sin zapatos". Un filósofo cibaeño que estaba a su lado le respondió inmediatamente: "Pero e' que e'ta vaina e' así, doña".

Este Via Crucis, que organiza la parroquia Reina de los Mártires, no será confundido nunca con la Semana Santa de Sevilla. Es simplemente una expresión de fe marcada por la inmediatez de la inocencia: su objetivo es claramente proselitista. No es cool, es real.

Los legionarios —romanos genuinos de San Pedro de Macorís—, llevaban sandalias Clark y espinilleras plásticas de centuriones de mentiritas, pero se comportaban con la convicción que regala el celo apostólico, no las clases de dramaturgia. El jefe de la cohorte increpaba a Jesús con una aspereza y una naturalidad dignas del Actor's Studio. Los dos ladrones tenían la estampa perfecta de los tígueres del barrio, y llevaban la ropa que lucen siempre los detenidos en los telediarios de New York, y una blusa muy parecida a la de los inquilinos de Rikers Island. Pier Paolo Passolini se hubiese enamorado de los dos, cinematográficamente hablando, al instante.


Al desembocar en una calle la procesión se detuvo frente a una botánica; Jesús cayó por primera vez ante una tienda de ropa para jovencitas llamada Bless, cuyo letrero era de ese color hereje que llaman Barbie pink; su segunda caída fue en un paso peatonal frente a la farmacia Caribe; un borracho pasó entonces gritando improperios, no sé si dirigidos a Cristo o a los cristianos; en un momento, Jesús se detuvo frente a un letrero que decía "Store for rent" y cayó por tercera vez; 
un gato miraba la escena desde el anuncio de cerveza Corona donde se había trepado para escapar de la multitud.

Llegamos de vuelta a la iglesia, los ladrones fueron crucificados en silencio; los altavoces transmitieron entonces los martillazos con que clavaban las manos y los pies de un gimiente Jesús. (Recordé a mi amigo David, judío y ateo, devotamente anticatólico, que me decía: "Ustedes tienen la repugnante costumbre de colgarse al cuello un cadalso labrado en oro".) M
is hijos hacían preguntas incesantes a su madre y me pedían que los cargara para ver la ejecución. Cristo dijo las Siete Palabras desde lo alto de la cruz. Me pregunto cuánto habrán entendido mis hijos de lo que veían; cuánto habrán comprendido los feligreses, cuánto entiendo yo de ese escándalo de un dios que muere cada año rodeado por inmigrantes dominicanos en el Alto Manhattan. Pero ayer en la tarde, en las calles de Washington Heights, estuve tan cerca de entenderlo todo como nunca antes. 

[Aquí pueden ver las fotos que tomé durante el Via Crucis. Si pulsan la imagen la pueden agrandar.]



3 comments:

  1. yo entendi algo de eso cuando en Cadiz hace un monton de años vi a los gitanos cantandole saetas al Greñú. tampoco era Sevilla pero la devocion, sospecho, era la misma que en Banana Republic. hace unos años regrese y ya no es lo mismo absorbida la procesion por el turismo aunque suene a reaccionaria pataleta antiglobalizadora.

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  2. Qué buena crónica y qué buenas fotos. Más de 10 años en el barrio y ni enterada de esta gran peregrinación, Tersites. A ver si para la próxima me uno a la fiesta :)

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  3. Nada como un bembé para celebrar dioses, dijo el católico cultural y agnóstico por elección...

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