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Sunday, May 20, 2012

Un espléndido futuro: profecía del 20 de mayo

El titular de The New York Times del 25 de marzo de 1902 parece obra de un adivino con macabro sentido del humor: "Presidente electo Palma lleno de esperanza / Un futuro espléndido le espera a Cuba independiente, piensa él."

"Piensa él", lo cree, lo sueña. Un futuro espléndido, dice. Por supuesto, Mr. Palma, por supuesto. Espléndido, quién lo duda.


El buen señor ha sido elegido presidente de Cuba a distancia. Máximo Gómez, hombre de inescrutables lealtades, le había hecho la campaña. El viejo Gómez, siempre haciéndoles campañas —guerreras o presidenciales— a cubanos más o menos indolentes. Y después se quejan los cubanos de que tuviera malas pulgas. El hombre en quien Martí veía anhelos dictatoriales mendigando votos para un señor de bigote amazónico que hace 27 años que no pone un pie en Cuba. Un futuro espléndido, cómo no.


Estrada Palma, con el pellejo amoratado por los largos inviernos de Central Valley, ha preferido esperar hasta el último momento para regresar al país que le entregan ahora como la charola de la abuela que ningún nieto quiere realmente llevarse a casa. Ha esperado, con su mujer hondureña y sus hijos gringos, y con su no menos gringo pasaporte, a que Gómez le gane guerra y elecciones. Y ahora va a volver. Y el futuro le parece espléndido. El futuro de un país del que no tiene la menor idea. Y es que no hay nada como la ignorancia para ser optimista.



Durante los últimos años, más allá del viajecito a New York que daba Estrada Palma cada 10 de octubre para hacerle el prólogo a Martí en el Hardman Hall, ¿cuál habrá sido su relación con esa isla por la que alguna vez guerreó con valor? Pero ahora vuelve, optimista, a presidirla.

Hace hoy 110 años que tomó posesión de su cargo. La historia dice que fue tímido y honrado al ejercerlo, como un maestro de escuela de Central Valley. El futuro, que ahora es nuestro pasado, no fue tan espléndido como esperaba. ¿Lo esperaba o era lo que tenía que decirle al periodista en aquella tarde de 1902? No importa. Lo que importa es que el asunto no resultó ser tan espléndido. Y sin embargo...


Aquel país que estrenó hace hoy 110 años tenía un futuro espléndido... al menos en la imaginación de los que fueron construyéndolo piedra a piedra y de los millones que fueron desde Cantón o Haití, de las Islas Canarias, de Polonia o el Líbano o Galicia, convencidos de que el futuro sería espléndido, un futuro que cada cual arreglaba a su manera, porque espléndido, como casi todas las palabras, tiene un sabor distinto en cada boca. Y finalmente Estrada Palma tuvo su estatua, mirando a una avenida espléndida, con una muchacha hermosa a sus pies, lista para escuchar con oídos de mármol cada palabra de aquel profeta ingenuo.



Monumento a Estrada Palma en Calzada y G.
(Foto tomada del blog Pinceladas.)
Luego llegaron otros que iban a construir un futuro luminoso y uniforme. Y comenzaron por arrancar de cuajo la estatua de don Tomás, que era un insoportable monumento a la mesura y la ingenuidad. Quedaron sólo los pies de nuestro tímido  Ozymandias

Uno se burla ahora del pobre Estrada Palma, de su traje de agente de pompas fúnebres, de su ilusión infantil, de su bigote, de sus zapatos huérfanos. Pero l
o cierto es que hoy, en esa misma isla, el único futuro espléndido que la gente logra imaginar es poder largarse. Largarse a Cantón o Haití, a las Islas Canarias, a Polonia o al Líbano o a Galicia, pero largarse a un lugar donde uno pueda ser ingenuo, aunque en el fondo sepa que ningún futuro es espléndido. Tendría que ocurrírsele a alguien buscar esa estatua, donde quiera que esté, y ponerla de nuevo sobre sus pies destrozados, y tratar de comenzar de nuevo con la misma ingenuidad alelada que estrenó don Tomás Estrada Palma hace hoy 110 años y una eternidad.

3 comments:

  1. Qué viva!!!! yo la prefiero así como ellos la llaman ahora "mediatizada", que no desmoralizada

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  2. Muy buen post.

    En lo que a fechas patrias cubanas se refiere yo estoy en un doloroso limbo: crecí con las que impuso la revolución, que ya no tienen ningún sentido para mí, el 20 de Mayo me deja indiferente y el 10 de Octubre nunca fue motivo de regocijo sino lo recuerdo solemne y lúgubre. Vamos, que cuando de fiestas patrias se trata, envidia uno a mexicanos o gringos...

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