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Diario de soldado
Fermín Valdés Domínguez
La ignorancia también tiene su premio. (Todo en la vida tiene su premio, menos trabajar.) Un buen día alguien te recomienda un libro de un autor del que nunca habías oído hablar (porque uno practica más la pereza que la lectura), y lo lees y te gusta, y piensas con ilusión que hay otros cinco libros del tipo que no has leído. Pero es mejor cuando te pasa con un país del que nunca habías oído hablar, porque cabe la posibilidad de que haya más de cinco libros. Y eso es lo que me ha pasado.
Un par de amigos me han estado hablando de Cuba, o de ese país que se llamaba Cuba y que en el siglo XIX quedaba en el Caribe y estaba tratando de decidir si quería ser colonia española, finca americana o república bananera (sin gracia pero sin amo). Contra todos los pronósticos, resulta que era un país interesante. Ya sé que lo saben, por supuesto, pero yo lo acabo de descubrir. Y estoy más intrigado que un boliviano que prueba por primera vez agua salada.
De modo que llevo varias semanas leyendo (lo que se puede leer en el viaje al trabajo) algunos libros de la segunda mitad del XIX y principios de la república. Como se sabe, la historia que se enseña en la escuela tiene dos propósitos: "acomodar" los hechos del pasado a la ideología oficial del momento, y hacer que la historia del país parezca tan aburrida que nadie se interese en seguir leyendo. Todos los gobiernos hacen eso, pero los gobiernos totalitarios lo hacen con mucho más "talento".
Y luego se entera uno de que con Esteban Bellán —primer latino en las Grandes Ligas y "padre del beisbol cubano"— no se podía hablar más que de pelota y de faldas, que los próceres del 68 dejaban a la esposa en casa y se iban a la manigua con las queridas, que Juan Gualberto Gómez y Rafael Montoro eran duelistas consumados, que el 10 de octubre no fue el primer "grito" de independencia, que la esposa del Apóstol "era un plomo", que Máximo Gómez y Estrada Palma se declararon anexionistas en una cena en New York en 1899, que en 1890 Luisa "la Polla" deleitaba al público habanero con el baile del papalote en el teatro Cervantes (solo para caballeros), que en Cuba, a diferencia de otros países, el sable de duelo se podía afilar por el filo y el contrafilo, que la Constitución de Guáimaro no fue la primera, que la primera "peña" beisbolera del Parque Central data del siglo XIX, y que nuestro primer feminista fue el anexionista más convencido e ilustrado que ha tenido Cuba. Y confieso que todas esas son "noticias frescas" para mí.
Llevo casi un mes sin colgar nada en este blog a causa de problemas estomacales. (Y por "problemas estomacales" quiero decir que he estado dedicado a tareas encaminadas a llenar el estómago propio y el de los otros habitantes de esta casa.) Pero si el tiempo y el estómago lo permiten, comentaré en próximos posts esas lecturas recientes. Y volveré al tema de "la reconciliación", aunque sea "un plomo", como dicen las malas lenguas que fue doña Carmen Zayas Bazán, a quien Dios tenga en la gloria.
Tersites:
ReplyDeleteAdemas de "Cuba y su gobierno", de Pedro José Guiteras, que mencionas en tu post, pudieras recomendar algunos de los libros que has estado leyendo?
Gracias,
Ronald