Fue en el verano o el otoño de 1984. El padre Juan de Dios —ese que hoy es obispo y celebró ayer la misa de cuerpo presente por Oswaldo Payá—, eligió a varias personas para preparar un documento que resumiera lo dicho por los católicos habaneros durante los meses anteriores en decenas de reuniones preparatorias al Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC). La comisión estaba formada por dos sacerdotes —Juan de Dios y el padre René Ruiz— y cuatro laicos: Oswaldo Payá, Ofelia Acevedo, Gustavo Andújar y este escribano.
Durante varios meses nos reunimos dos o tres veces por semana en la Iglesia de San Juan de Letrán. El padre Yeyo, hijo de un antiguo chef del Habana Hilton y párroco de la iglesia, no paraba de quejarse de nuestras reuniones (¿en broma o en serio?), pero nos preparaba meriendas y cenas exquisitas con las antiguas recetas de su padre.
Oswaldo tenía treinta y dos años y la voz nasal que después todo el mundo escucharía, y usaba unas camisitas Yumurí y unos pantalones muy cheos, y daba la impresión de que nada de eso le importaba en lo más mínimo. Ofelita —todos la llamábamos así— tenía los ojos de Bambi y la piel de Isabella Rossellini: era de una belleza que cortaba el aliento. Su delicadeza escondía el inmenso coraje que demostraría luego tantas veces, y podía decir cosas que también te cortaban el aliento. Es de esas mujeres que cuando entra a una habitación los hombres bajan la voz y se arreglan la camisa.
En los recesos y las sobremesas de esos meses tuve decenas de conversaciones con Oswaldo. Hablábamos del tema que nos ocupaba (el ENEC), por supuesto, pero también de Polonia, de Lech Walesa, del destino de Cuba, de los presos políticos, de Valladares que se había casado con una prima de Oswaldo... Coincidíamos en que el comunismo era un disparate perverso, pero yo pensaba que era inamovible. Oswaldo Payá no: él fue la primera persona que me dijo, con aboluta convicción, que el comunismo era superable y que había que hacer algo por salvar a Cuba del desastre. Le dije que me parecía un iluso. La historia, para alegría infinita de ambos, se encargaría de darle la razón a Oswaldo.
Pero lo que me fascinó fue su jovialidad y su hombría de bien. Oswaldo era el tipo que uno elegiría para ir a ver un partido de pelota o a una guerra sin esperanza. Con él sabías siempre a quién tenías a tu lado. Y me imagino que fue eso lo que vio Ofelita con esos ojos suyos hoy náufragos de lágrimas, pues poco después se hicieron novios. No se debió enamorar de sus camisitas Yumurí y su peinado de los años cincuenta, pero sí de su capacidad de imaginar un destino mejor y su valor para buscarlo.
En la parroquia del Cerro, donde practicó su fe toda la vida, se casaron en 1986. Recuerdo que en lugar de entrar a la iglesia con la Marcha Nupcial de todas las bodas, eligieron un canto litúrgico: "Pueblo de reyes". Recuerdo la iglesia repleta, como hoy, pero desbordante de alegría. Porque aquel día, como en las películas, el muchacho díscolo había conquistado a la chica más bella de la escuela.
Años después, en 1991, coincidimos en la "Primera Jornada Social", un evento de laicos católicos organizado por Dagoberto Valdés. Hacía tiempo que no veía a Oswaldo, quien era ya en ese entonces un disidente conocido y perseguido. A la hora del almuerzo, cuando me acerqué a su mesa, Oswaldo, en tono de sorna, le decía a alguien: "No te sientes a mi lado que te comprometo". Alzó entonces la vista, me vio, se echó a reír y me dijo: "Ven, siéntate aquí, que tú ya no te redimes ni con un milagro". Y fue como si no hubiese pasado ni un instante desde nuestras conversaciones en San Juan de Letrán. Pocos meses después salí de Cuba: no nos volvimos a ver.
La muerte de Oswaldo Payá es un hecho desolador para su familia, sus amigos y sus colegas, pero es un desastre para su patria. Su valor, su talento político y su coherencia son siempre preciosos, pero más aún en un país carcomido en su esencia vital. Que Dios ayude a su esposa y a sus hijos, que en estos días nos han dado una lección de entereza y dignidad en medio de la tragedia. Que Dios nos ayude a todos, porque en cierta medida, a todos nos tocará pagar el precio de su ausencia.
Magnífico homenaje. Muy ciertas tus palabras... la pérdida de seres como el sr. Payá, y otros que ha dedicado su vida a enfrentar el régimen, la pagamos todos los cubanos, aunque en Cuba existan gente que ni saben ni les interesa saber quién fue él. Saludos.
ReplyDeletebellisimo homenaje, mi estimado... fue una suerte y un privilegio haberlo conocido y haberlo tratado en vida.... lo interesante es que nuestros últimos encuentros siempre fueron en plena calle... unas veces caminando al lado de su bicicleta china y otras, como la última vez, en lugares públicos como la feria del libro del 2002, en la tristemente célebre "la cabaña". siempre optimista a pesar de todo y de todos... un grande entre los grandes. un abrazo.
ReplyDeleteQue buenos recuerdos, que buen texto...
ReplyDeleteMuy conmovedor homenaje. Oswaldo era un fuerte pilar de la lucha por la democracia de nuestra patria.
ReplyDeleteSin él, la patria se nos cae. Su obra, si la seguimos, será ese pilar que nos levantará hasta lograr ser libres.
Gracias por compartir tus recuerdos. Los compartiré con mis amigos.
Gracias a Luis, a Miguel, a Havanero y a Pulido por sus amables comentarios y por compartir con otros estos recuerdos míos sobre Oswaldo Payá, ese cubano ejemplar.
ReplyDeleteGracias, Tersites, por compartir estos recuerdos que tan bien me hacen, porque es como revivir por unos instantes a Oswaldo, muy querido por mí tambié. Lo conocí desde aquí, Miami. Conversé muchas veces por telérfono con él y después cuando vino a Miami en 1997 y 2003, lo pude abrazar con toda mi admiración y cariño. Estamos ante la vida de un verdadero héroe cubano, su pensamiento, su obra, su vida, su fe, me enseñaron mucho. Hoy me doy cuenta que la formación ética cubana, católica, democrática, se la debo mucho a mis lecturas sí, de Vaclav Havel y otros, pero sobre todo, de Oswaldo Payá, fue un maestro para mí. Un formador de conciencia. Está con Dios, ganó la más importante carrera, y desde allá nos va a ayudar, como lo hizo desde aquí, en esta dimensión trágica y mala que nos tocó vivir. Un abrazo, Dora
ReplyDeleteGracias por tan sincero recuento de tus vivencias. Se lo paso al Padre Yeyo... siempre me acuerdo de Paya en las fiestas que se hacian en aquel edificio que tenian las monjitas del Servicio Domestico en el Cerro...el grupo mio era de la Parroquia del Vedado y de Letran y nos creiamos la ultima coca cola del desierto cuando nos colabamos en las fiestas del Cerro, pero en fin, los católicos jóvenes en la Habana de los 70 eramos 4 gatos y mas o menos nos conocíamos todos
ReplyDeletePaya es el tipico 'antiheroe' ninguno de nosotros supuso que iba a llegar a lo que llego. Ojala nos salgan mas Payas pues nuestro pais los necesita
Gracias.
ReplyDelete"Un desastre para su patrie", eso es exactamente la muerte de Oswaldo; no lo conocí, pero admiro mucho su capacidad para imaginar una salida y llevarla a efecto contra toda esperanza. Un gran hombre, de los que ya no se dan en política, y menos aún en este triste caso cubano.
ReplyDeletebello homenaje y una gran perdida.me sumo en el profundo dolor.
ReplyDeleteBellisimo,pero tristisimo tambien mirando esa foto me recuerda la manera de mirar Laura Pollan a su esposo,amor se ve en esas miradas,comprension hasta cierto punto pues ella tendra que irse por encima de su dolor para poder soportarlo,que Dios la proteja y le de la calma que va a necesitar.
ReplyDeleteGracias, Tersite. Esplendido.
ReplyDeleteUn gusto leerte siempre, pero en este caso el gusto es doble porque le has hecho un gran homenaje a quien merece todo el honor del mundo. Gracias por compartirlo con nosotros, tus lectores.
ReplyDeleteEs q nuestro heroe -Oswaldo Payá- podría haber sido objeto de envidia de sus enemigos políticos hasta en su vida personal,porque lección de esposo constante y padre ejemplar les pudo haber dado a todos ellos. Un ejemplo d hombre honrado para conducir los destinos de millones d cubanos.
ReplyDeleteGracias.
ReplyDeleteHermoso homenaje, las personas como Paya son recordadas sin palabras rebuscadas, simplemente evocando su recuerdo
ReplyDeleteGracias por revelarnos este capitulo hermoso de Oswaldo Paya y Ofelia Acevedo. Espero que ahora alguno de los muchos amigos que conocieron bien de su vida y su obra nos ofrezca su biografia de manera que los cubanos de todos los tiempos sepan de que lado estaba la decencia y la verdadera calidad cubana en esta etapa terrible que nos ha tocado vivir.
ReplyDeleteCiertamente, "han derramado la sangre de Abel" Que el Senor los bendiga a ustedes y a todos los cubanos de buena voluntad
Tienes mucha razón, hermosos recuerdos, y magníficos amigos
ReplyDeleteHello, this ωeekend is nісe foг mе,
ReplyDeleteаѕ this oсcasіοn і am гeаding this grеat
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Muchas gracias por este homenaje. Una delicia leerlo.
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