El dilecto HT afirma que mi artículo sobre Bob Dylan no hacía justicia a mi obsesión adolescente con el Sr. Zimmerman. Será que mientras lo escribía pensaba en su máxima: “Don't follow leaders/Watch the parkin' meters”.
Pues bien, para evitar escribir sobre la telenovela de Silvio y su visa americana, les propongo que oigan cuatro versiones de una canción del susodicho Zimmerman que deberían aparecer en el Manual para domesticar una canción rebelde. Se trata de “Abandoned Love”, un tema compuesto en el año 75, en la época de su divorcio de Sara Lownds.
La canción fue grabada para el disco “Desire”, pero se quedó engavetada por diez años hasta su aparición en la compilación de tres discos “Biography” de 1975. La primera versión que aparece aquí fue grabada por alguien del público en el café Bitter End del Greenich Village el 3 de julio de 1975, en una presentación con Ramblin' Jack Elliott. Más allá de la mala calidad del audio y de cualquier cosa que el autor haya fumado esa noche, es mi versión preferida. Es Dylan on the rocks, y es donde la canción destila todo su desgarramiento. [Al margen, la estrofa sobre los “dioses muertos” de esta versión es distinta y mejor que la que se escucha en las otras.]
La segunda versión, la que fue hecha en el estudio de grabaciones para el disco “Desire”, tiene lo que he dado en llamar “la batería de Juan Gabriel”. Aunque “Desire” es un disco estremecedor, algún espíritu maligno sugirió a Dylan que le diera un sabor supuestamente mexicano a los arreglos. El mejor —el peor— ejemplo de lo que digo es la canción “Romance in Durango”. Digamos que la pérdida de Sara Lownds le produjo una locura temporal cuya consecuencia más lastimosa es “la batería de Juan Gabriel”. Aún así, cualquiera daría la mano derecha por haber compuesto esta pieza que por diez años el cabrón no se molestó en publicar.
La tercera versión es de los Everly Brothers. [Al margen, hace unos años fui con MD a ver a Simon & Garfunkel en el Madison Square Garden y allí estaban, como invitados especiales, los Everly Brothers. Al presentarlos, Paul Simon dijo que cuando él y “Artie” comenzaron a cantar a los 12 años su único sueño era ser como los Everly Brothers. No lo lograron: fueron Simon & Garfunkel. Creo que salimos ganando con ese fracaso. Pero fue increíble escuchar a los Everly cantar tres o cuatro de sus temas clásicos con la mismo voz de hace cincuenta años.] Pues bien, aunque la introducción de esta versión parece anunciar un desastre, en realidad los señores Everly suavizan la "batería mariachi" y añaden la vocalización que los hizo famosos, sin rebajar el tema a una balada de los años cincuenta. Digo yo…
La cuarta versión es de George Harrison, que en paz descanse. Como se sabe, ambos músicos comerciaron una larga amistad que los unió en el Concierto por Bangladesh, en los Traveling Wilburys y otros proyectos. Esa cercanía no evitó que casi siempre que Harrison cantara una canción de su amigo la rebajara a melodía y artilugios. George le agrega tres cucharadas de azúcar, un arreglo que parece reciclado de “My Sweet Lord” y el resultado es una canción hermosa, pero sin garra y difícil de creer. Aquí la tienen:
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