La noticia en la página 4 del New York Times de ayer era exquisita: dice un alto funcionario de la Administración Obama que el nuevo gobierno desea tener una relación “seria, civilizada y abierta” con Cuba. Al leerlo, recordé que hace unos años un colega de trabajo que me dijo: “Voy a Cuba y deseo tener un viaje tranquilo y placentero, ¿qué debo hacer?” Le di una recomendación infalible: le sugerí que sacara pasajes aéreos en primera clase… a Bruselas. No sé quién es el embajador estadounidense en Bélgica, pero si Obama insiste en una relación seria, civilizada y abierta en el Caribe… yo tengo un puente en Brooklyn que se lo puedo vender a muy buen precio.
En la misma página contenía otro regalo igualmente alentador: Kim Jong Un, hijo de Kim Jong Il y nieto de Kim Il Sung aparentemente consiguió un “part-time” en la Comisión Militar Nacional, organismo donde reside el verdadero poder en Corea del Norte. Los analistas opinan que se trata del primer paso para establecerlo como sucesor de su padre y de su abuelo en el trono… ¡perdón!, en el cargo de primer secretario del Comité Central del Partido de los Trabajadores (Comunista). Nos cuenta el Times que ese fue el camino que siguió su padre para llegar a la cumbre.
Corea del Norte es un buen ejemplo de que la mezcla de lo mejor del feudalismo con lo mejor del marxismo-leninismo necesariamente tiene que dar buenos resultados. Por ejemplo, de los 22 millones de habitantes de Norcorea, se considera que sólo tres millones murieron en las hambrunas del los últimos años. Es difícil saber si esta decisión de poner al “nieto del hombre” en el poder se debe a la satisfacción con los resultados anteriores o a una particular aplicación del adagio de que “a la tercera va la vencida”.
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