Como si la gripe porcina no fuera suficiente para agriarle el ánimo a cualquiera, hoy he leído dos artículos en los que se proponen justificaciones diversas para el uso de la tortura. El primero ("A Torturous Compromise") es de Thomas Friedman, columnista liberal del New York Times, proponente de la globalización ilustrada y defensor de la Guerra de Irak hasta que las cosas comenzaron a salir mal.
Su artículo de hoy carece de la claridad que Friedman habitualmente regala. Su tesis es que el presidente Obama hizo bien en revelar los memorandos relacionados con la utilización de la tortura para extraer información de los yihadistas sospechosos de terrorismo y que, al mismo tiempo, acertó con decisión de no promover la investigación y el castigo de los responsables. ¿Por qué? Friedman ofrece dos explicaciones inconexas. Por una parte dice que el procesamiento de los máximos responsables dividiría al país. Y después añade que el uso de la tortura estaba justificado en este caso. [El lector puede ver los detalles en su artículo.] Por supuesto, si su segunda razón es verdadera, la primera simplemente sobra.
Curiosamente, Friedman acepta la justificación implícita que el presidente Obama ha hecho del uso de la tortura durante los conflictos que sucedieron al 11 de septiembre, pero no extiende su perdón a Bush y compañía, que la promovieron. O sea, cuando Obama condona la tortura promovida por los otros tiene razón, cuando Bush y compañía la implementan están equivocados.
Pat Buchanan podría ser el reverso de Friedman: es conservador, aislacionista y opositor de la Guerra de Irak —aunque por razones distintas a las de la progresía. Buchanan, educado por los jesuitas en el Gonzaga College High School y la Universidad de Georgetown, nos propone en su artículo (“Is Torture Ever Moral?”) una variante de la teoría del mal menor. Aunque adelanta ideas más jugosas que las descritas por Friedman, sus aguas van a dar al mismo río revuelto de la justificación de la tortura.
Buchanan plantea que la valoración moral de los actos depende de las circunstancias, y propone como ejemplo una comparación entre las muertes causadas por los dos francotiradores que aterrorizaron a la población de Washington hace unos años, con la aniquilación de los tres piratas somalíes por parte de los francotiradores de la Marina estadounidense hace unas semanas.
A continuación adelanta una idea más perniciosa. Nos dice que si Bush debe responder por el uso de la tortura a los presuntos terroristas, Obama debería asumir la responsabilidad por cualquier crimen que los terroristas pudieran cometer como consecuencia de no torturar a sus camaradas detenidos. La aplicación general de ese principio equivaldría a una pesadilla que ni siquiera me animo a describir, pero que el lector puede fácilmente imaginar.
En fin, que dos de los más conocidos columnistas de Estados Unidos, uno liberal y otro conservador, nos proponen hoy que aceptemos en la vida real la moral pantanosa que ya nos han estado sirviendo a cucharadas en Fox con la popular serie “24”, según la cual la tortura es aceptable mientras les toque a los otros. "Quiera el Cielo que vivas siempre en tiempos interesantes", dicían los antiguos chinos para maldecirte. Y no creo que estos sean nada aburridos.
Como habías dejado el artículo de Buchanan en el desktop tuve la oportunidad de leerlo anoche, aunque por supuesto no leí el de Friedman. Por tu post veo que los dos coqueteaban con la tortura aunque desde puntos de vista totalmente diferentes. Sí, vivimos tiempos interesantes y ojalá no lo fueran tanto.
ReplyDeleteAunque la idea de la tortura me repugna y me parece una bestialidad, cualquier cosa que surta efecto para que los chiquillos que duermen allá arriba vivan una vida más o menos normal me parece aceptable. La pregunta está en si la tortura realmente propicia un parte de la “paz” que vivimos en EU desde 9-11 y no resultados que al final ponen en peligro la misma. No creo que nadie tenga la respuesta. Dios nos ayude.